New York, EU.  Dedicarse a la carrera artística de bailarín de ballet implica un largo trayecto de preparación técnica y personal. 

Este es el caso de Alexander Marmolejos Durán, quien desde hace unos años vive en la ciudad de Nueva York, haciendo realidad su sueño profesional y representando dignamente a la República Dominicana, su país de origen.

Una de las proezas de su trayectoria fue participar en el YouthAmerica Grand Prix (YAGP), donde junto a su compañera ganó el primer lugar en su categoría. “Haber participado en el YAGP fue un gran reto para mí, tanto en lo personal como en lo profesional, y me siento satisfecho con el resultado”, comentó Alexander.

El YAGP es una organización de danza sin fines de lucro con sede en Nueva York, cuya misión es apoyar y desarrollar bailarines de talla mundial. 

Alrededor de 150,000 bailarines han participado en el YAGP durante los últimos 20 años, beneficiándose artísticamente al obtener visibilidad en el mundo de la danza.Más de cerca con Alexander

¿Cómo fue tu participación en el YAGP?

“Un día llegué a la escuela, y mientras estábamos ensayando, la directora me llamó a la oficina. Me informaron que la directiva había tenido una reunión y estaban considerando enviarme a mí y a mi compañera para representar a la escuela por primera vez en el concurso. Fue una sorpresa total porque jamás imaginé que estaría tan cerca de participar. 

Llevamos una pieza llamada ‘Reflexions’, del coreógrafo Andrei Jouvrelov, uno de mis maestros en el Joffrey, y nos preparamos durante dos meses y medio. Fuimos a la semifinal en Nueva York, donde ganamos el primer lugar en nuestra categoría. 

Fue una gran sorpresa, y ese primer lugar nos dio acceso a la final en Tampa un mes después, donde competimos con finalistas de todo el mundo, de Japón, Inglaterra, Italia y muchos otros países”.

¿Cuáles fueron los retos que enfrentaste al preparar la pieza?

“Hubo muchos retos. Uno de los más significativos fue mantenerme al día con el currículo de las clases, ya que estaba en mi último semestre. Ensayamos todos los días al menos dos horas la pieza para el concurso, así que fue difícil cumplir con todas las tareas y asistir regularmente a las clases. 

Pero el reto más grande fue el mental. Participar en un concurso donde se presentan futuras estrellas de la industria fue intimidante, y no creía que estaría ahí tan pronto”.

¿Cuál fue tu emoción al anunciar a los ganadores en su categoría de Dúo Contemporáneo?

“Fue un momento muy loco. Ahora veo el video y noto que tenía una especie de seguridad, no porque sabía que ganaría, sino porque sentía que estaríamos en uno de los tres primeros lugares. 

Primero mencionaron el top 12, y estábamos dentro; luego el top 6, y finalmente ganamos el primer lugar. Fue increíble porque nunca me imaginé estar en ese concurso, y ganar fue como algo irreal. Me sentí congelado por un momento, solo veía a la gente y los aplausos. Fue un momento indescriptible”.

Cada artista tiene su momento de ovación y aplausos. ¿Cómo vives ese momento cuando estás en el escenario?

“La verdad es que esos momentos son lo que te impulsa. Los bailarines no tenemos otra forma de mostrarnos más que en el escenario o a través de un video.  Esos cinco minutos de aplausos son el motor que nos lleva a seguir. Esta carrera implica mucho sacrificio personal, emocional y físico. Es lo que me da fuerza para seguir.”

¿Qué consejo tienes para los nuevos talentos que están surgiendo en el ballet?

“Les diría que no se dejen llevar demasiado por lo que ven en las redes sociales. No se trata de no seguir a ciertas personas, sino de entender que el arte es subjetivo. 

Aunque haya estándares, cada uno tiene algo único que aportar. No te compares; es un camino individual. Lo importante es trabajar sin esperar nada a cambio, hacerlo porque lo sientes y lo necesitas para tu día a día. El arte es eso: sentirlo, llevarlo dentro de ti y no poder dejarlo. Aunque a veces tomemos un descanso, ese fervor debe mantenerse vivo.”