By BRIAN SLODYSKO, THOMAS BEAUMONT and TOM KRISHERUpdated 3:01 AM GMT-4, November 2, 2024Share
WASHINGTON (AP) — La elección presidencial de la próxima semana no es solo un referéndum sobre Donald Trump y Kamala Harris. También es una prueba de la influencia que el hombre más rico del mundo ejerce sobre la democracia estadounidense.
Elon Musk, el magnate tecnológico y empresarial nacido en Sudáfrica, ha gastado al menos 119 millones de dólares en movilizar a los seguidores de Trump para apoyar al republicano. Su plataforma de redes sociales, X, se ha convertido en una fuente de propaganda a favor del expresidente. Y está desempeñando un papel protagonista en los mítines al estilo Trump en los estados disputados.
Y todo esto, mientras es objeto de un creciente escrutinio. El jueves no acudió a una vista de un juicio sobre su esfuerzo por repartir millones de dólares entre votantes registrados, obsequios que expertos legales comparan con la compra de votos. Está siendo investigado por la Comisión de Bolsa y Valores. Y The Wall Street Journal informó recientemente que Musk se comunica de forma regular con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, lo que podría suponer un riesgo para la seguridad nacional porque SpaceX, su compañía aeroespacial, tiene contratos millonarios con la NASA y el Departamento de Defensa.
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Musk no es la única persona cuya inmensa riqueza lo coloca en el nexo de unión entre la política, los negocios y la política exterior. Pero pocos trabajan de forma tan pública en favor de un único candidato como Musk, cuyos extensos lazos empresariales y creciente bravuconería plantean una compleja prueba del poder político de una persona no electa. Su importancia es quizás una de las consecuencias más tangibles de la decisión de 2010 de la Corte Suprema sobre Citizens United, que eliminó muchos de los límites a las contribuciones políticas.
“Esta es, sin duda, una elección provocada por Citizens United”, dijo Daniel I. Weiner, director de elecciones y gobierno en el Brennan Center for Justice, quien agregó que el fenómeno va más allá de Musk. “De lo que realmente se trata es de una transformación de nuestro sistema de financiamiento de campañas electorales a uno en el que los donantes más ricos están desempeñando un papel clave”.
Musk no respondió a un pedido de comentarios realizado a través de su abogado. Tesla, su compañía de autos eléctricos, y X no respondieron a consultas. SpaceX rebatió partes del informe del Journal en un comunicado y dijo que sigue trabajando en “estrecha asociación con el Gobierno de Estados Unidos”.