BEIJING (AP) — En términos idealistas, los Juegos Olímpicos son un momento para que las naciones dejen de lado la política y el conflicto. Los Juegos de Beijing de este año, en un contexto de preocupaciones por los derechos humanos y el último escándalo de dopaje en Rusia, han desafiado esos valores.
Y, sin embargo, hay indicios ocasionales de que el espíritu olímpico sigue vivo.
Quizás ninguno de estos ha sido más conmovedor que el abrazo compartido el miércoles por la noche entre los atletas rusos y ucranianos en la final aérea de la media de esquí de estilo libre.
El fotógrafo de Associated Press Gregory Bull capturó el momento en que el ganador de la medalla de bronce Ilia Burov, del Comité Olímpico Ruso, abrazó al medallista de plata Oleksandr Abramenko de Ucrania.
Con la acumulación de tropas de Rusia a lo largo de su frontera con Ucrania alimentando los temores globales de una invasión inminente, un momento de celebración entre dos amigos adquiere un simbolismo adicional.
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