Por MARK THIESSEN
ANCHORAGE, Alaska, EE.UU. (AP) — El crucero con alrededor de 1.000 pasajeros anclado frente a Nome, demasiado grande para atracar en el puerto diminuto de la ciudad en la tundra. Sus turistas adinerados tuvieron que subir a pequeños botes para viajar a la orilla.
Era 2016 y, en ese momento, el crucero Serenity era el barco más grande que había navegado por el Paso del Noroeste.
Pero a medida que el hielo marino del Ártico cede bajo las presiones del calentamiento global y abre rutas de navegación en la parte superior del mundo, más turistas se aventuran a Nome —un destino del noroeste de Alaska conocido mejor por la carrera de perros de trineo Iditarod Trail y su fiebre del oro de 1898 que por los viajes de lujo
El problema persiste: No hay espacio para barcos grandes. Si bien cruceros más pequeños pueden atracar, las autoridades aseguran que de la docena que llegará este año, la mitad anclará en alta mar.
Se espera que eso cambie cuando una expansión de más de 600 millones de dólares convierta a Nome, con una población de 3.500 habitantes, en el primer puerto ártico de aguas profundas de la nación. La expansión, que se espera que inicie operaciones a finales de la década, albergará no sólo a cruceros más grandes de hasta 4,000 pasajeros, sino también buques de carga para entregar mercancías adicionales para las 60 aldeas nativas de Alaska en la región y embarcaciones militares para contrarrestar el presencia de barcos rusos y chinos en el Ártico.
Es una expectativa que entusiasma a los dueños de negocios y autoridades en Nome, pero preocupa a otros interesados por el impacto del auge en el número de turistas y el tráfico de embarcaciones en el medio ambiente y los animales de los que dependen los nativos de Alaska para subsistir.
La expansión “apoyará nuestra economía local y a los artistas locales aquí, los artistas indígenas tendrán acceso a los visitantes y enseñarán y compartirán nuestra cultura, nuestro idioma y cómo hacemos nuestro hermoso arte”, aseveró Alice Bioff, una residente de Nome y que pertenece a la etnia iñupiat.
Bioff era una guía turística que recibió a los pasajeros del Serenity cuando llegaron en 2016. Uno de los invitados admiró su kuspuk de tela, una prenda tradicional de los nativos de Alaska similar a una bata, y quiso saber si era resistente al agua.
No lo era, pero la interacción inspiró a Bioff a crear su propia línea de chaquetas impermeables con estilo kuspuks. Ahora vende a turistas y lugareños por igual desde su propia tienda de regalos Naataq Gear, un punto de venta en el edificio de la oficina de correos, donde unos 20 artistas nativos de Alaska ofrecen figuras talladas en marfil, abalorios o pinturas a consignación.
Los estudios muestran que los pasajeros de cruceros generalmente gastan alrededor de 100 dólares por día en Nome, dijo el administrador de la ciudad, Glenn Steckman.
Con la expansión, espera que los pasajeros de cruceros más grandes extiendan sus estadías para experimentar más de Nome y la tundra, para ver bueyes almizcleros salvajes o para tomar una copa en el Board of Trade Saloon de 123 años.
El cambio climático está haciendo todo esto posible.
Nome, fundada después del hallazgo de oro en 1898, ha vivido seis de sus 10 inviernos más cálidos registrados sólo en este siglo. Las rutas de navegación del Estrecho de Bering se han vuelto más concurridas desde 2009, pasando de 262 tránsitos ese año a 509 en 2022.
“Seremos el primer puerto ártico de calado profundo, pero probablemente no seremos el último”, comentó el alcalde de Nome, John Handeland.